miércoles, 6 de marzo de 2013

CATA PARA PRINCIPIANTES I:
FASE VISUAL

La primera de las anotaciones que tendremos que realizar es la de la fecha en la que se realiza la cata. Hemos de tener en cuenta que el plazo máximo de validez de una ficha de cata es de un año. Esta indicación nos servirá además para ver cómo evolucionan los mismos vinos catados en fechas posteriores y para ir verificando nuestras predicciones.
En el caso de que no sea una cata a ciegas apuntaremos además la cosecha, el nombre del vino y la bodega, además el grado alcohólico como cuantas anotaciones puedan resultar de interés, como variedades, tipo de crianza, origen del roble en su caso, etc.

     Nada más llenar la copa procederemos a mirar a través del vino. De esa forma se puede apreciar su limpieza y transparencia, generalmente los vinos no presentan defectos, teniendo en cuenta la escrupulosidad con que se trabaja actualmente.

Acto seguido inclinaremos la copa y miraremos a través del vino siempre sobre una superficie blanca, un folio escrito, como una ficha de cata resultan ser los más adecuados. De esta forma podremos apreciar la intensidad de color con mayor facilidad. Para los vinos blancos se requiere más experiencia que para los tintos, si no somos capaces de leer a través de un vino tinto diremos que la capa o intensidad colorante es alta, si leemos con cierta dificultad diremos que la capa es media y si finalmente leemos con gran facilidad diremos que la capa es baja.

Por el simple hecho de inclinar la copa tendremos simultáneamente lo que se conoce como capa fina y capa gruesa. En el borde de la copa inclinada el espesor del vino es inferior que en el centro de la copa, se conocen también bajo los nombres respectivos de menisco y corazón.

Definida la intensidad o capa colorante pasaremos a definir el color y para que nos resulte más sencillo a continuación se facilita un listado de colores.


TINTOS
BLANCOS
ROSADOS
Rojo (claro, oscuro)
Incoloro
Gris
Rojizo
Blanco
Champán
Rojo franco
Amarillo (pálido,oscuro)
Rosado
Rojo violeta
Amarillo verdoso
Clarete
Rojo amapola
Amarillo canario
Rosa violeta
Rojo cereza
Amarillo limón
Rosa franco
Rojo grosella
Amarillo paja
Rosa peonía
Rojo sangre
Pajizo
Rosa cereza
Rojo fuego
Amarillo dorado
Rosa frambuesa
Rojo ladrillo
Amarillento
Rosa carmín
Rojo anaranjado
Junquillo
Rosa amarillo
Rojo amarillento
Topacio
Rosa anaranjado
Rojo marrón
Topacio quemado
Rosáceo
Carmín
Oro pálido
Rojizo
Rubí
Oro verde
Albaricoque
Rubí quemado
Oro fino
Piel de cebolla
Granate
Oro viejo
Anaranjado
Granadina
Oro rojo
Salmón
Bermejo
Dorado
Bermellón
Roux
Púrpura
Rojizo
Purpúreo
Hoja seca
Purpurino
Bistre (humo)
Violeta
Castaño
Violáceo
Agua de castañas
Azul
Madera
Azulado
Maderizado pardo
Negro
Ambar
Negruzco
Anteado
Teja
Cobrizo
Pajizo
Pardo
Ojo de perdiz
Parduzco
Marrón
Caoba
Ocre
Caramelo
Café
Manchado
 
Los colores en demasiadas ocasiones son simplemente orientativos. Con frecuencia habremos oído que un vino tiene un color rojo-rubí y pongamos por caso que se trate de un vino de Burdeos, si preguntamos a un gemólogo que de qué color es un rubí, tal vez nos indique que se trata de un rojo-burdeos.

No ha de obsesionarnos tanto la definición como la interpretación del color. Los vinos blancos podrán ser amarillos y dorados, con su correspondiente tono y los vinos tintos serán rojos con su correspondiente tono. Ante la dificultad de distinguir consistentemente entre por ejemplo un rojo guinda de un rojo cereza o picota, pasemos a distinguir entre los conceptos de variación y evolución.

Gracias a que hemos inclinado la copa podremos o no apreciar si existen diferencias de tonos entre la capa fina y la capa gruesa, o menisco y corazón, como hemos definido ya anteriormente. Pongamos por caso que en la capa gruesa el color es rojo cereza y que sin embargo en la capa fina se aprecian notas violáceas. En este caso podremos hablar de un vino en el que hay variación en el tono y sin embargo no hay evolución.

Variación es por tanto que en el color del vino se puedan apreciar varios tonos y evolución es la aparición de tonos que reflejen el paso del tiempo, tonos dorados para los vinos blancos y anaranjados, pardos e incluso café para los tintos.


En todos los colores de los vinos se tiene que dar alguna de las siguientes combinaciones:

  • Sin variación ni evolución. En el caso de vinos blancos se trataría por ejemplo de un amarillo pajizo desde la capa fina hasta la capa gruesa y sin ninguna nota dorada. Podría ser también el caso de un tinto con un color rojo-cereza, nuevamente desde el menisco al corazón y sin ninguna nota parda o violácea.

  • Variación sin evolución. Hay muchos tintos jóvenes que tienen colores muy vivos en el corazón, como podría ser un rojo-cereza, pero en el menisco y solo en el menisco apararecen notas violáceas. Se trata por tanto de varias notas de color cereza y violeta pero a pesar de la variación no hay evolución, es decir no hay notas parduzcas que apunten a pensar en el paso del tiempo.


  • Variación con evolución. Sería el caso de un vino en el que haya, por ejemplo, un rojo-rubí en el corazón y un rojo-teja en el menísco. Hay por tanto no solo varios tonos, sino que además se aprecia el paso del tiempo.


  • Evolución sin variación. Los vinos en este estadío podrán estar como mucho en el momento final de su vida, si se trata de blancos y tintos, aunque aún podrían tener vida por delante si se trata de vinos generosos, como un oloroso. Serán vinos que presenten colores muy pardos, incluso caoba sin ninguna nota de viveza rojiza en el caso de tintos o carencia de notas amarillentas y solo presencia de notas muy doradas, oro-viejo, en el caso de vinos blancos.

(Joaquín Gálvez Bauzá)

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