lunes, 22 de abril de 2013


CONSERVACIÓN DEL VINO Y TEMPERATURA DE SERVICIO

Conservación del vino

El tema de la conservación del vino es un aspecto de suma importancia para que el vino esté en condiciones óptimas en el momento de su consumo. Tan importante es hacer una buena elección del vino como del establecimiento donde se compra, ya que desde que el vino salió de la bodega ha pasado por diferentes condiciones de temperatura, humedad, iluminación y movimientos más o menos bruscos. Todas estas condiciones se prolongan más o menos en el tiempo (mejor menos que más) y debemos conocerlas e interesarnos por ellas porque, por desgracia, muchas veces la calidad final del vino depende de ellas.

Además de esto, una vez adquirido el vino debemos asegurarnos de una correcta conservación en casa.
Un vino tiene que estar aislado de la luz natural y de las vibraciones. Tiene que estar a una temperatura relativamente baja y no estar expuesto a cambios bruscos de temperatura. La temperatura ideal para la conservación de vinos tintos es entre los 14 °C y los 16 °C.

Es fundamental que el corcho permanezca húmedo en su parte interior, por lo que es conveniente que la botella se almacene en posición horizontal.

La mejor opción para conservar el vino hoy en día son los armarios cava, que te garantizan unas condiciones idóneas en un espacio óptimo.


No todo el mundo tiene la posibilidad de tener uno, así que otra opción es buscar nosotros mismos estas condiciones en el espacio del que disponemos. Una idea muy buena es aprovechar garajes o trasteros subterráneos que mantienen una temperatura constante y fresca todo el año.

Temperatura de servicio

La temperatura máxima de servicio de un vino viene marcada por el punto de evaporación del alcohol, situado en los 18ºCSe debe tener en cuenta que en el momento de su consumo el vino habrá aumentado unos 2ºC respecto a la temperatura de servicio. Para controlar la temperatura, un buen aficionado debe proveerse de uno de los múltiples tipos de termómetros que existen en el mercado. Los más corrientes miden la temperatura introduciendo directamente la columna graduada en la botella o en la copa.

La temperatura del vino es muy importante en la cata, ya que las sensaciones químicas del gusto dependen de la cinética de reacción entre los componentes del vino y las papilas gustativas del catador, y dicha cinética de reacción depende directamente de la temperatura.

Por ese motivo, por ejemplo, los vinos ácidos o alcohólicos han de servirse más fríos ya que la baja temperatura disminuye la sensación de acidez o alcohol más evidentes con temperaturas más altas.




A continuación se indica una guía básica de las temperaturas de servicio óptimas para los distintos tipos de vino:


Vinos dulces
4-6ºC
Cavas y espumosos
6-8ºC
Blancos jóvenes, finos y manzanillas
7-10ºC
Blancos añejos (o fermentados en barrica)
10-12ºC
Rosados y claretes
10-12ºC
Tintos ligeros y jóvenes y de maceración
12-15ºC
Tintos crianza y olorosos
14-17ºC
Tintos reserva y Gran Reserva
17-18ºC




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